Vivimos en una sociedad en la que de una u otra forma todos dependemos de
otros para todo tipo de cosas. Necesitamos quién nos surta de alimentos, vestido,
medicinas, etc. Necesitar a los demás para estas cosas no está mal, ya que es una
forma de intercambio de productos y servicios básicos para poder vivir. El problema
surge cuando nosotros dependemos psicológica y emocionalmente de otras
personas o dependemos de ciertas cosas, ya sea poder, reputación, dinero, fama o
aprobación para ser felices, ya que cuando no logramos conseguir aquello que
deseamos o poseer a quien queremos, nos perturbamos y perdemos lo que creemos
que es la felicidad. Es en este momento cuando nuestro deseo se convierte en apego y empezamos a sentir temor de perder a esa persona o cosa que supuestamente nos
da la felicidad.
El apego se nutre del miedo y estos miedos son el origen de todo el sufrimiento
humano; debido a estos miedos, desarrollamos un sistema de autodefensa o
negación persistente que nos lleva al autoengaño. Tenemos tanto miedo de ser
heridos que bloqueamos la percepción de la realidad, sumiéndonos en la
inconsciencia. Cuando permanecemos dormidos e inconscientes, estamos sufriendo y
no podemos entender que en el amor no existen obligaciones ni expectativas,
mientras que en el miedo todo se basa en ellas.
El apego se nutre del miedo y estos miedos son el origen de todo el sufrimiento
humano; debido a estos miedos, desarrollamos un sistema de autodefensa o
negación persistente que nos lleva al autoengaño. Tenemos tanto miedo de ser
heridos que bloqueamos la percepción de la realidad, sumiéndonos en la
inconsciencia. Cuando permanecemos dormidos e inconscientes, estamos sufriendo y
no podemos entender que en el amor no existen obligaciones ni expectativas,
mientras que en el miedo todo se basa en ellas
Tipos de apego
Experimentamos la vida a través de nuestros sentidos. A ella va llegando
información variada de padres, maestros, medios de comunicación, compañeros de
estudio, etc. Toda esta información está contaminada con creencias que vienen de
tiempos atrás, llenas de miedo y temor, y que constantemente están cambiando.
Cuando permitimos que esas creencias se conviertan en nuestra verdad, la realidad se
distorsiona, creamos nuestras propias creencias y empiezan a nacer diferentes tipos
de apegos de acuerdo a las circunstancias que se están viviendo. Es por esto que
todos los seres humanos tenemos, al mismo tiempo, diferentes tipos de apegos.
Unos
pueden ser más fuertes que otros, y algunos pueden llegar a desestabilizarnos
profundamente cuando perdemos eso que tanto necesitamos. Existen tres tipos de
apegos que se pueden manifestar de diferentes formas en nuestras vidas. Ellos
pueden ir cambiando y la intensidad con que creemos necesitarlos también, de
acuerdo a la época de la vida que estemos viviendo. Debemos mirarlos a profundidad
para identificarlos y entenderlos.
Apego afectivo
Durante nuestra vida, podemos sentir el apego
afectivo por cualquier persona que se convierta en nuestra razón de ser. Puede
ocurrir en una relación entre madre e hijo, esposo y esposa, novio y novia, o en
cualquier relación donde se pierda la identidad, por estar viviendo a través de la otra
persona. He visto casos de apego afectivo hasta por las mascotas con las que
convivimos.
Cuando la persona no puede poseer a quien desea, la adicción afectiva hace su
aparición. Entonces, ese deseo insaciable y el vacío que esto le genera lo trata de
reemplazar y llenar por otro tipo de adicciones que son producidas
inconscientemente en su propia mente. Adicciones a la droga, el alcohol, el trabajo, el
sexo, el juego, la comida, entre otras; adicciones que finalmente se vuelven sus
aliadas, llevando a la persona a estados depresivos o disfuncionales que, en casos
extremos, conducen al adicto por el camino del sufrimiento, el homicidio o el suicidio.
El apego afectivo se manifiesta con mayor intensidad en las relaciones de pareja o
ante la muerte de un ser querido cercano.
La pareja
Algunas personas, por múltiples miedos, como la pérdida de su estabilidad
económica, el rechazo social, la estabilidad emocional de sus hijos, el sentirse
pecadores e indignos ante la religión que profesen o simplemente por el temor a la
soledad, deciden permanecer unidos a su pareja por muchos años. Como actúan en
contra de sus principios y de la razón, llevan una vida miserable y desdichada. Lo más sorprendente es que muchas de estas personas no quieren salir de ese estado.
Incluso, hay parejas que viven en un resentimiento silencioso, esperando la
oportunidad de cobrar venganza.
Otras, en aras de ese supuesto amor, sacrifican su felicidad para complacer el ego
de la otra persona y terminan igual que un esclavo: sometidas, pisoteadas,
menospreciadas y burladas. Estas personas se olvidan de vivir sus propias vidas y
sueños, para vivir solamente el sueño de los demás.
Existen también parejas que vivieron intensamente una relación pero que, por
alguna razón, el amor se agotó, terminó y se niegan a aceptarlo. Como mecanismo de
defensa del ego, buscan la manera de compensarse a través de la esperanza, su
herramienta preferida, generalmente asociada con el autoengaño, que les impide ver
con claridad la situación. Su autoestima se ve afectada y vulnerada, se sienten
atrapados sin salida y todos sus sentimientos se confunden. Fácilmente, pasan del
amor y la alegría, al odio y la tristeza, y viceversa, con una simple llamada telefónica,
un mensaje por Internet o una visita imprevista por parte de la persona que los
abandonó. Al perder a la persona objeto de su apego, terca y obstinadamente, no
aceptan la realidad ni quieren prescindir de aquello que les hace daño y que está por
fuera de su control. Sienten que todos sus sueños se derrumban ante ellos, como
cuando un castillo de arena se derrumba con la primera ola que lo cubre. Así, pasan
años enteros, sumidos en la desolación y la tristeza, pensando que nunca podrán
encontrar otra persona que llene ese vacío.
Por último, hay personas que consideran que no están apegadas a su pareja, ya
que supuestamente comparten de manera tranquila y estable. Estas personas
solamente llegan a entender que viven apegadas cuando tienen un problema con su
pareja y comienzan a sentir la angustia silenciosa debido al miedo a perder a esa
persona. En este caso, el apego es invisible y fácilmente se confunde con el amor.
Nos hablan del amor incondicional y eterno. Me pregunto: ¿Qué hay más
condicionado y fácil de perderse o acabarse que el amor de pareja? Y más cuando en
algunos casos nuestros intereses, sueños y expectativas son diferentes a los de la otra
persona. El amor verdadero está basado en la confianza, en el respeto a la libertad y
autonomía del otro; no manipula ni controla, simplemente aporta e inspira a
compartir nuestra vida con el ser que amamos.
Existen muchos comportamientos totalmente ilógicos ante los ojos de los demás,
pero las personas que se encuentran envueltas en una relación de dependencia
siempre buscan una razón para justificarlos. Ellas no pueden ver con claridad la
realidad y llegan a hacer cosas totalmente extrañas con tal de conservar a la persona
que dicen amar.
Cuando una relación de pareja está llegando a su fin, debes estar alerta; en este
momento, tu mente, que es cómoda, e inconsciente, no querrá perder su poder de
manipulación. Su herramienta predilecta es el chantaje emocional, desde una simple
frase (me quiero morir; la vida no tiene sentido sin ti; me voy a suicidar; cómo me vas
a hacer esto si he sacrificado toda mi vida por ti; piensa muy bien lo que haces porque
te vas a arrepentir; si te quieres ir, vete pero te dejo sin un peso), hasta gritos,
desprecios, insultos, golpes, maltrato, abuso de alcohol y drogas e intentos de
suicidio.
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